Empecé a escribir esta novela a finales del mes de julio de 2008. Dejé pasar el tórrido mes de agosto y me puse en remojo hasta el mes de septiembre. En este caso estuve trabajando todos los días hasta mediados del mes de octubre y pude dedicarme totalmente a la obra. Utilicé personas que cruzaron mi vida para crear los personajes y por supuesto les cambié los nombres para que no pudieran ser reconocidos. También usé lugares que crucé y situaciones que en algún momento viví. La novela cuenta la historia de La Mano Negra, un psicópata asesino que va eliminando uno tras otro a las personas que cree lo han perjudicado. Ángel Fernández y su compañero, Jesús Arias, con el que no se lleva demasiado bien, son los policías encargados de la investigación. Todo empieza con un cadáver en el lago de un parque de Rivas-Vaciamadrid. A partir de ahí los cadáveres se sucederán a una velocidad vertiginosa, casi sin darles tiempo para interrogar a los posibles sospechosos. La historia se complica con la deslealtad de la mujer del inspector Fernández. La antipatía entre los dos inspectores los llevará a pelearse en plena oficina. El inspector Fernández, al haber desencadenado la trifulca, se verá suspendido de empleo. Motivado por lo que él cree una injusticia, continuará con la investigación por su cuenta. Con la obstinación de quien le gusta el trabajo bien hecho, encuentra un hilo de donde tirar. A partir de ahí todo se acelerará y descubrir al asesino en serie no será más que cuestión de tiempo. Al mismo tiempo podremos seguir la vida amorosa de un repartidor de aves. Es una novela policíaca algo más corta que la anterior, sólo tiene 375 páginas y cuenta la historia de los tres protagonistas, La Mano Negra, el inspector Fernández y Emilio Cano, el repartidor, a capítulos saltados . Al ser los capítulos más cortos os dejo los dos primeros.                                 Sonny  Kaplan.
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